Cuatro días en barco por los fiordos chilenos

Nos decantamos por la compañía Navimag para descubrir los fiordos chilenos porque nos habían dado buenas referencias y era la o...


En barco por los fiordos chilenos

Nos decantamos por la compañía Navimag para descubrir los fiordos chilenos porque nos habían dado buenas referencias y era la opción más económica de las que encontramos.
La compañía Navimag recorre los fiordos chilenos entre Puerto Montt y Puerto Natales
La primera impresión no fue la esperada... La organización en las oficinas brilló por su ausencia, como se suele decir. Al llegar, dos filas. Elegimos una que parecía avanzar rápido, el único criterio porque no vimos ningún cartel que especificara nada. Resultó que esa era la de entregar las maletas y que había que hacer la otra primero para el dichoso check-in.

Cuando por fin pasamos todos los trámites, nos dijeron que volviéramos “a un cuarto para las dos”, así que caminamos hasta el puerto, parando en los puestos de artesanía que encontramos en el paseo.

El embarque también tuvo su gracia. Había billetes a los que les habían asignado un autobús para ir hasta el barco, pero a los nuestros, no. Pues entonces, nos dijeron, el último, que sería el tercero. Luego, que el cuarto. Finalmente, subimos en el tercero porque había sitio…

Aunque está claro que hay que preguntarlo todo, a veces tampoco sirve de nada. Preguntamos si se serviría la comida al embarcar y contestaron que sí. No hubo comida.

De Puerto Montt a Puerto Natales

Pasamos la primera tarde descubriendo el barco y situando nuestras literas en el laberinto de pasillos. Olvidados los "percances burocráticos" de la llegada, todo me encantó. Fue buena idea ahorrar al prescindir de los camarotes privados. Las literas eran amplias, igual que los armarios donde guardar bajo llave las maletas o mochilas.

Marcelo, encargado de amenizar la navegación, tocaba diana a las 8 de la mañana. Acudir a la charla informativa de las 10 para conocer los lugares por los que pasaríamos, aprender sobre pájaros y aves chilenos con documentales, alimentar nuestro estómago a las horas establecidas y, sobre todo, disfrutar de los paisajes en cubierta eran las tareas diarias.

Paisajes desde el barco

El segundo día, salir al Pacífico, a océano abierto, y pasar el Golfo de Penas no tuvo más trascendencia que dejar de ver las diversas islas chilenas que iban surgiendo durante el trayecto. Tan solo algún vaivén que otro que te hacía perder el equilibrio -en la ducha...- y te recordaba dónde estabas. El verano austral es la mejor época para evitar la furia oceánica de otros meses; en julio debe de ser mortal…



Navegando  por el océano Pacífico

Ni siquiera el nombre es lo que parece. Marcelo nos contó que 'Penas' evolucionó desde 'Peñascos' al perder la letra ñ en los mapas de navegación que hicieron los británicos, ya que esta letra no existe en el abecedario inglés.

El tercer día nos llevaron al ventisquero Témpanos. Como curiosidad, ventisquero es el término que Marcelo defendía como correcto para denominar un glaciar en español. Prácticamente lo tocamos con las manos; la verdad, no me esperaba que se acercaran tanto. Era el aperitivo, porque en menos de una semana conoceríamos el Perito Moreno.

Un ventisquero al borde de la ruta

El día resultó muy entretenido, ya que más tarde vimos el barco Leónidas que, según cuentan, llevaba mercancía desde Brasil hasta Chile y que, después de vender todo en Uruguay, lo hicieron chocar cuando pasaban por este canal para cobrar el seguro. Pero el barco no se hundió. Ni siquiera cuando, años después, la marina chilena hizo prácticas de tiro con él y le dejó varios agujeros de recuerdo.
El Leónidas

Pasamos después la Angostura inglesa, un paso estrecho en el que el barco debe hacer un giro de casi 90 grados.

Paso de la Angostura inglesa

Y, finalmente, llegamos a Puerto Edén, un pueblo de menos de 200 habitantes que pertenece a Puerto Natales y en el que los pasajeros podíamos estirar las piernas por un camino de madera que lo rodea.
Puerto Edén

Puerto Edén
Y por la noche, fiesta latina y bingo, como en todo crucero que se precie. La puesta de sol de la última noche fue la más espectacular.
Última noche por los fiordos

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